¡Soy Leo!

No sé cuánto tiempo pasé viviendo entre la naturaleza, pero me pareció mucho tiempo. Mi pelaje era una maraña de enredos cubierta de pulgas, y tenía una pata herida. Padecía de parásitos, malnutrido y delgado, y siempre hambriento.

Un día me encontraron dos niñas cerca de la Presa Los Santos en Marfil. Sabían exactamente qué hacer y me llevaron con su abuela amante de los gatos, Cristina Rangel de Alba Brunel. Cristina se aseguró de que tuviera yo la mejor atención veterinaria para recuperar mi salud. Ella se convirtió en una maravillosa amiga durante las varias semanas que viví en su casa. Honestamente, era el paraíso después de vivir tanto tiempo entre la naturaleza.

Sin embargo, Cristina no pudo darme un hogar permanente porque viaja demasiado. Entonces, con ayuda de su amiga Ana Cervantes, comenzó a buscarme un hogar. Constance La Lena leyó el aviso de adopción e inmediatamente hizo arreglos para visitarme. A primera vista, ¡ambos supimos que haríamos buena pareja! Me acomodé en su regazo, disfruté de sus caricias y ronroneé en voz alta, con la esperanza de que me llevara a casa. Pero no pude irme con Constance ese día porque al día siguiente tenía programada una esterilización en la clínica veterinaria. No estaba muy seguro de qué era eso, pero me dijeron que era algo bueno.

Al día siguiente de mi operación, Cristina me llevó a casa de Constance, acompañado de todas esas cosas que había comprado para mi cuidado: medicamentos, una caja de arena y arena higiénica, un transportador, artículos de aseo, juguetes, croquetas y albondigas de res. El veterinario me había recomendado la carne picada para fortalecer mi salud. Constance me llamó Leo porque mi cara le recordó a la de un pequeño león.

La casa de Constance es muy alta, de tres pisos más una terraza en la azotea, unidos por una escalera tipo caracol y un ascensor. Durante los dos primeros meses que viví con ella, no intenté subir por las escaleras, pero me encantó subir por el ascensor. Yo esperaba que Constance instalara botones de ascensor a mi altura, pero eso nunca sucedió. Entonces, una noche decidí: “¡Qué diablos!” y cautelosamente bajé las escaleras a su dormitorio.

Ahora subo y bajo corriendo por las escaleras cuando quiera. Mi juego favorito es bajar en el ascensor con Constance y luego subir corriendo por las escaleras cuando ella sube en el ascensor. ¡Siempre le gano!

Constance me dice que es demasiado peligroso para mí salir al vecindario, y después de mi experiencia viviendo entre la naturaleza, estoy de acuerdo. Ya mencioné la terraza de la azotea donde puedo disfrutar del aire libre entre los maceteros llenos de diversas plantas. En el segundo piso, las puertas de cristal de la cocina abren hacia un balcón con aún más plantas y macetas y una pequeña fuente. Paso horas allí en el pretil, mirando la amplia vista y disfrutando de la puesta de sol cada noche. Dentro de la casa hay muchas ventanas con diferentes vistas de Guanajuato.

Mi percha favorita en el balcón

Desde mi percha en el balcón, me he hecho amigo del perro vecino que vive en la azotea de al lado, aunque en realidad no podemos visitarnos, y también platico con un pequeño gato que vive muy abajo. ¡Ella podría ser mi novia!

He entrenado a Constance a que me dé tiempo de actividad y juegos por lo menos dos veces al dia, todos los días. Mi juguete favorito es una varita de plumas “pajarito”, pero tengo muchos otros, incluida la hierba gatera, que a veces me hace un poco tonto. Tengo mi propia caja de cartón y una cama “iglú”, pero también me gusta dormir en el sofá y en la cama de Constance.

Aquí estoy jugando con mi juguete favorito de “pajarito”
Tengo mi propia cama, pero también me gusta dormir en el sofá y en la cama de Constance

Mi pelaje largo es brillante por el cepillado regularmente. Dos veces al día, me dan de comer albondigas de pollo crudo y molido mezclado con comida enlatada para gatos de alta calidad. Puedo comer croquetas secas de un tazón cuando quiera. Siempre hay agua fresca. Mis dos cajas de arena se limpian dos veces al día.

Me siento seguro, feliz y amado. ¡La vida es buena!

Escrito por Constance La Lena, tomando dictado de Leo.

Traducido por Tania Ayala