Es extraño cómo a veces nos encontramos en caminos que fueron presagiados por la vida de familiares que nos precedieron y que, sin embargo, no tuvieron influencia directa en nuestras vidas. Una de esas personas para mí fue mi tía Charlotte. Sabía que mis padres la admiraban, pero solo la veía una vez al año en su fiesta anual de Nochebuena en Nacogdoches, Texas. Esas fiestas terminaron durante mi adolescencia.
Mucho más tarde supe más sobre su carrera literaria (escribió muchos libros premiados para niños, especialmente sobre animales) y su trabajo humanitario. En 1950 fundó la Humane Society of Nacogdoches y la apoyó hasta su muerte en 2009 a la edad de 99 años.
Y también su amor por México. Viajó a México durante 1936, y en 1940 residió en la Ciudad de México durante seis meses.
Hace unos 20 años, después de un año viviendo en Guanajuato, me encontré involucrada en Amigos de los Animales y un día de repente me di cuenta de que el amor por México y el deseo de ayudar a los animales también eran una gran parte de la vida de tía Charlotte. Todo esto sin intención consciente alguna por mi parte de seguir su ejemplo. Para ser honesto, todavía me asombra este vínculo entre nosotros.
Hacia el final de su vida, la tía Charlotte publicó una colección de cuentos y poemas que no había publicado previamente. Aquí hay un poema que me llamó la atención recientemente y que me gustaría compartir:
¿Qué es la vida?
"¿Qué es la vida, si llena de preocupaciones
no tenemos tiempo para detenernos y mirar?"
Dice el poeta; y estoy de acuerdo
en principio, pero en realidad
cuando saco a mi perro afuera
la idea parece menos cierta que probada.
Porque debo detenerme mientras él revisa
con la nariz temblorosa las últimas noticias.
Debo quedarme y sudar o congelarme
para dejar que este perro evalúe la brisa
y analice, discrimine,
saboree, pruebe, elimine,
clasifique, elija, descarte, debata,
empiece, se detenga, se entretenga, dude,
hasta que esté seguro de estar al día.
Aunque reconozco que oler es ingenioso,
mi olfato no es tan astuto;
así que me molesto y hablo en tonos
para mover sus huesos contemplativos;
y él suspende sus éxtasis
para preguntarme, con ojos reprochadores,
"Oh, ¿qué es la vida, si llena de enojo
uno no tiene tiempo para detenerse y olfatear?"
—Charlotte Baker Montgomery